sábado, 23 de abril de 2011

Bloqueo


Hay una cierta magia inquietante en despertar, pocos lo notan todos los días, pocos lo aprecian, pero existe; como esa cálida sensación de salir de una piscina y quedarte un instante bajo el sol, el sol ardiente de un verano que pareciera eterno. No hay veranos eternos.
                A veces me da por ponerme a pensar, cosa poco común porque me da más por el sentir, pero, las pocas veces que me siento a pensar de verdad, llega esa sensación de no saber; considero que es tonto creer que sabemos las cosas, que sabemos lo que es tocar una manta o lo que es sentir algo picante o dulce en la lengua, no lo sabemos; no sabemos lo que hay en esa sensación ardiente al quemarse la mano, ni sabemos por completo lo que es llorar por alguien, dejar que el nudo del pecho se acreciente como una maldita puñalada. Nadie lo sabe.
                Cada vez que probamos una fruta, cada vez que sentimos una caricia, todo se renueva, cambia, jamás serán mis ojos los mismos de aquella mañana en que Fernando, ese compañero de clases, lloró frente a mí, con esos bellísimos ojos verdes que si hoy vuelvo a mirar, no provocarán en mí las mismas emociones de ese día; me gusta el relato aquel del río: un río jamás es el mismo, si hoy meto mi mano en una corriente cristalina, mañana, cuando vuelva al mismo punto y meta mi mano dentro de ella, no será la que toqué hoy, quizá jamás vuelva a serlo. Cambiamos, crecemos, evolucionamos, avanzamos.

                Cada mañana cuando despierto, cuando abro los ojos y me estiro, cada mañana al ver por entre mis cortinas blancas la luz del sol, me pregunto ¿por qué?; todo está envuelto de porqués, y cada uno es el causante de los cambios en las personas, no los voy a resolver jamás, ni los entenderé algún día, pero surgen, brotan entre mi frente, alborotando mis neuronas. Cada cosa tiene su propio por qué, yo tengo uno y me intriga si algún día alguien lo resolverá, espero que no, siempre he creído en la seducción del misterio ^^.
                Esa magia que corre por las venas de cada persona, la misma magia que se lee en un “Te amo” que te encoge el corazón, la magia de poder llorar de risa o gritar de espanto y luego sentirte tan relajado que podrías dejarte comer por el monstruo bajo tu cama, esa magia, es vivir, la misma bendita magia de despertar cada mañana, esa cálida sensación; y seguramente los que leen esto ya se preguntan: “¿Qué le pasa hoy a Mako?, ¡Vamos, ni siquiera tiene sentido lo que escribe!” esos que piensan así, tendrán razón. Hoy no tengo sentido.
                Pero, no es malo no tener sentido, es grato; paso por un momento en que podría echarme a reír sin motivo, y llorar, llorar mucho, pero no de alegría, no de dolor, no de tristeza o cansancio, sólo llorar, sacar eso que tengo dentro, sacar eso que… que me deja la magia de seguir viviendo. Al principio pensé que el bloqueo creativo por el que paso era malo, ahora sé que no es así, lo necesito; necesito este bloqueo, para darme un respiro, para despabilarme, para luego seguir con más bríos. El escritor necesita a veces dejar de serlo.
                Por fortuna es un bloqueo que sospecho temporal, aún no decido si me dedicaré a la Literatura del No, cosa que, aunque sería muy original, me frustraría un poco; para mí escribir no es sólo crear algo y sacarlo, aunque me encanta luego recibir comentarios y saber que a alguien conmuevo, no es sólo por eso por lo que lo hago, es por mí también. A veces uno no entiende las cosas y los porqués como magia, sino como otra cosa y se martiriza y se autodestruye. Me pasó.
El miedo es un buen enemigo para el escritor, el miedo y el no saber canalizar las voces que invaden su cabeza, las voces la llenan, la agitan, la invaden; corroen cuando uno no sabe entenderlas y canalizar, arañan y muerden escalando por el corazón e irritándolo. El don se vuelve lastre y peligro. El don se vuelve condena. Dicen que los escritores están a veces locos, yo pienso que sienten más y lo que los hace buenos, es que lo enfocan, lo usan, saben controlarlo; yo no soy escritora, quiero serlo, yo no siento más, oigo voces, esas que mencioné antes, esas que crean en mi cabeza mil historias y que me rasguñan la espalda a veces en las noches. Tengo miedos como para vender y pasé por eso de no entender que los porqués son magia.
Algunos dirán que soy cobarde por inventarme algo así, otros que estoy loca por creer en todo y confiar en todavía más, no me importa; hoy día no hay nada que agradezca más que el estar viva, el poder respirar, sentir, amar como estoy amando con cada pequeñísima parte de mi ser, reír como lo hago, con ganas, con fuerza. Hubo un día, hace mucho, en que no agradecí nada de esto, en que pensé que todo estaba mal, es quizá lo único de lo que me arrepiento; hoy, puedo ver la luz del sol por la mañana y saber que estoy viva, que nada me falta. Soy feliz con todo lo que traigo encima, desde mis miedos, hasta mis alegrías, soy feliz incluso con esa larga lista de porqués que quizá no se resuelvan nunca.
No escribo ahora, porque no me hace falta. No escribo ahora, porque puede esperar un poco. Hoy, sólo puedo decir, que soy muy, muy afortunada

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