viernes, 20 de junio de 2014

Streep + Roberts = :3 (Reseña de August: Osage County)


Meryl Streep... la mejor actriz viva... al menos así la consideran y después de ver esta cinta, créanme, lo veo muy cercano a la realidad; Las vueltas del destino es el título en español para August: Osage County, cinta de 2013 que dura alrededor de 2 horas y fue adaptada de una obra teatral ganadora del Pulitzer. Señores, esto es cine y esto es actuación, no hay de otra, así se siente cuando se pone en escena a un grupo formidable de actores, se les da un buen guión, se surten de excelente fotografía y música y el director... el director hace precisa y perfectamente lo que tiene que hacer.




Jonh Wells y Tracy Letts, director y guionista respectivamente, no pudieron hacer una mejor mancuerna; los diálogos profundamente ácidos de Meryl, la contenida exasperación y violenta crispación de Julia Roberts, la comicidad de los demás personajes, la tragedia de unos y la dureza de otros, hacen de esta una película densa que obliga a reír con sus chistes negros y a llorar con sus momentos más increíbles.

 Posiblemente será para algunos un golpe al estómago el ver determinados momentos, sobre todo porque para muchas familias situaciones como estas, pueden generar una ola de catársis que pocos o ninguno quisiéramos enfrentar, pero sin lugar a dudas, es una película para ver y ver con calma; la historia es en apariencia simple, pero en los zapatos de los personajes, la cosa más complicada que puedan imaginarse:

Violet (Meryl) es una madre de familia a la que le han detectado cáncer en la boca, víctima de los dolores y la depresión por su enfermedad acaba pronto volviendo a una previa adicción a ciertos medicamentos, ahora so pretexto de menguar su dolor; su esposo, un escritor y profesor de literatura, contrata a una mujer para que les ayude en casa y días después se desaparece aparentemente "sin dejar rastro", lo que orilla a las tres hijas del matrimonio a regresar a casa.

La mayor de ellas, Barbara (Julia), tiene una clara relación amor-odio con su madre (al igual que con su hija) y esto va tensando la situación, mientras su hermana Ivy, una chica temerosa y dulce, enfrenta junto con ellas la noticia de la muerte de su padre, quien parece ser, se ahogó al caer de una lancha en que viajaba totalmente ebrio; la llegada de la tercer hija, Karen, y su nuevo prometido, no hace sino ir preparando a la audiencia y a los personajes para los próximos estallidos.

Una madre violenta, adicta, deprimida y a veces cruel, va poco a poco envolviendo en unos firmes y férreos brazos a sus hijas, logrando que la cinta envuelva también al espectador; el resultado es una historia donde los lazos familiares se muestran descarnados y desconsiderados, amargos y asfixiantes a límites en que uno quisiera salir corriendo, pero no sabe (ellas tampoco saben!) como hacerlo.

En lo personal no había disfrutado tanto una escena desde hace mucho tiempo, la fatal secuencia de "Come tu pescado" -me hizo reír tantísimo aunque no lo crean- entre las dos hermanas y la madre que revela los secretos más tortuosos sin importarle a quien mata con las verdades que dice, fue una bofetada; Meryl está como en casi todas sus películas: espectacular, y Julia, nunca la había visto tan madura, tan dura, ¡las canas por Dios!

Definitivamente, tienen que verla, es una película para salir de la sala de cine con los ojos desorbitados y un ardor en el alma, porque todos tenemos una madre que no nos entiende, que nos dice las verdades de a latigazo cuando las quisiéramos entre algodones; y todas, ABSOLUTAMENTE TODAS somos esas hijas que buscan y buscan llenar los zapatos que nuestra madre nos dejó al pie de la cama y que de pronto entendemos que no queremos esos zapatos sino otros y ahí vamos, dando zancadas torpes, dando traspies, empujando y a veces descubriendo que las huellas que dejamos con los zapatos que nos gustan, son idénticas a las que dejan los zapatos que ella nos daba.

Una película de la relación madre-hija dentro de algunas familias, tan disfuncionales quizá, como podría ser la mía...

... o la tuya.


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