domingo, 1 de febrero de 2015

Mentadas: No tienen cara...

Es complicado, todo lo que se refiere a este asunto se ha vuelto por demás complicado y lo peor de todo, es que siguen pasando los días y el problema no tiene trazas ni de resolverse ni de sanarse y mucho menos de que sepamos aunque sea una parte de la verdad; en México la verdad es caprichosa, la verdad es volátil... la verdad mata, por eso pocos o mejor dicho nadie deja de pensárselo tres, cuatro o hasta cinco veces antes de aceptarla y muchas más veces antes de revelarla. En México es muy probable que la verdad no exista.

O fue asesinada.


Décadas después de la masacre de Tlatelolco, tuvimos la oportunidad de acercarnos a la verdad, por fin los gritos sirvieron no para ser escuchados pero sí para incomodar y acabaron por aflojarse los que tenían que aflojarse, víctimas del cansancio o el fastidio y nos dejaron conocer un poquito de lo que realmente pasó; igual no acabamos por conocerlo todo, ni lo conoceremos nunca. Pero el 2000 llegó con mucha más información, vimos el inicio de un nuevo siglo con revelaciones de lo ocurrido en aquellos trágicos meses del 68; ahora, cuando escuchamos lo que ha pasado en Ayotzinapa y contemplamos vídeos donde los jóvenes alumnos hablan del miedo que los rodea, de los cuestionamientos que acompañan a sus planes a futuro...

¿Tendremos que esperar más de 30 años, para saber lo que pasó aquella trágica noche de septiembre en Guerrero?, ¿habremos de esperar a que se ablande quién sabe quién, para entender lo que ocurrió?... ¿aceptamos la "verdad histórica" de la PGR, como se generaron tantas otras verdades-sospechosas, en Tlatlaya, Aguas Blancas, Acteal, Atenco y de más?; corren las manifestaciones todavía hoy, los medios las acallan como pueden y las tachan de vandalismo, todavía vemos playeras por las calles de "Nos faltan 43" y en universidades y preparatorias, aún permanecen las sillas en sitios de interés, con las fotografías pegadas con cinta y las pancartas que sentencian "Ni perdón, ni olvido".


Pero a algunos ya se nos olvidó que hubo otros, los que cayeron muertos sin siquiera presentirlo y hubo otro al que le arrancaron la cara... le quitaron el rostro.


¿Cómo le arrancas la cara a un muchachito?... ¿cómo le cortas la piel desde la frente, del nacimiento mismo del cabello y se la quitas?... la cara... su personalidad... quitaron la forma de reconocerle, quitaron lo que da la vista al mundo, sus ojos, sus párpados abiertos perpetuamente, su boca cerrada por la barrera de sus dientes... su nariz, su cuello... retiraron la faz de su cuerpo y lo condenaron a la posteridad de la contemplación del pueblo mexicano que se queda pasmado ante la realidad de la violencia de esta tierra que decimos amar, que juramos respetar... esta que convocamos a temblar bajo el poderoso rugido de un cañón...

Pero nadie tomó el cañón para apuntar a los culpables, para detenerlos, para sentenciarlos, todos tenemos ese maldito cañón pegado a la sien; ¿por qué le arrancaron la cara a Julio César Mondragón?, en un vídeo pude escuchar una de las versiones que sostienen los mismos normalistas: César, el Chilango, tuvo la valentía de escupir en la cara del hombre que lo sostenía, de la persona que intentaba someterlo.


Su cara fue el precio que pagó por ello.

La valentía o quizá la falta de conciencia del peligro que corría lo hizo actuar así, por eso se atrevió a cometer aquel imprudente acto... muerto yacía unos instantes después, torturado, para escarmiento de todos los demás, para ejemplo no sólo de los normalistas, para escarmiento de todos en México... para hoy y para la historia.

Lo dejaron sin rostro... y nosotros tampoco tenemos ya cara... si pasan los años, si Ayotzinapa y esta masacre, si la desaparición de los vecinos a los que no volviste a ver y sabes que los levantaron pero no denuncias, si callas ante el asalto de la conocida de la otra calle, si callamos ante el robo de un auto o permitimos la corrupción, el nepotismo, si actuamos ventajosamente frente a alguien en desventaja... NO TENEMOS CARA.

En México no es sólo Peña Nieto el que no tiene cara, ni Osorio, ni Murillo Karam, sí ellos son la oda a la desvergüenza por momentos... pero ya somos muchos los que no tenemos cara también; no tienen cara los que se excusan en las marchas o paros para no ir a su trabajo cuando saben que tienen una responsabilidad, esos que ya se les hizo costumbre hacer huelgas en las que ni creen y de las que ni esperan nada, y cometen actos deplorables y destructivos sólo por diversión y para entretenerse; tampoco la tienen los que argumentan necesidad para obtener un beneficio, esos que juntaron cooperaciones, hicieron despensas para mandar a Guerrero... y nunca llegaron, los que no pagan impuestos porque no "concuerdan con el gobierno" y ya de paso no cuidan instalaciones publicas, porque el gobierno es detestable y corrupto, los que se estacionan en lugares para discapacitados o cobran por no hacer nada y se sientan detrás de sus escritorios a comerse una torta, ignorando a la gente que espera en la fila a que le atiendan o resuelvan un problema... esos apáticos que no hacen por cambiar un poquito su entorno.

Qué fácil es criticar a los que no hacen nada y no hacer nada... el truco no está en querer cambiar el país señalando sus errores... el truco está en cambiarlos, en trabajar para mejorar, hacerme cargo de lo que me toca y modificar con mi granito de arena las cosas... difundir y propagar el clamor de justicia, criticar analíticamente lo que ocurre con quienes nos gobiernan... alzar la voz productiva y constructivamente. 

Que no se nos olvide Ayotzinapa... porque si se nos olvida de acción y sólo seguimos recordando de palabra...


De plano, no tenemos ni cara ni madre.


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