martes, 20 de octubre de 2015

"¿Estás tratando de conseguir un vestido nuevo?"

-Estoy pensando, ¿por qué no me acompañas?
-Claro que no, yo no asistiré a esa boda con este atuendo casual y de poliéster.
-¿Estás tratando de conseguir un vestido nuevo?... 
-No, no, ¡No!
-¡Claro que sí, estás tratando de conseguir un vestido nuevo!
-¡No, no!
-Sé mi guardaespaldas, como mi amiga
...
-Lo haré
-¡Pero no voy a gastar más de 200 libras en vestirte!... ¿es un trato?
-Jaja... Sí, sí...

La vida suele ser complicada cuando uno es adulto, de pronto hay tantas cosas encima que no sabemos bien a bien qué esperar de todo, el trabajo nos absorbe, las tareas, la rutina, todo de pronto pierde cierta importancia; y cuando vuelve a recuperarla tenemos cincuenta y tantos y el tiempo está sobre nosotros, se fueron las personas importantes de nuestra vida, hicieron la suya y de golpe y porrazo, estamos solos. Eso le pasó a Harvey en esta genial película, Tu última oportunidad.

Es una película de 2008 dirigida por Joel Hopkins, quien también escribió el guión; tiene dos grandiosos actores que son quienes se llevan del todo lo genial de la película, Emma Thompson y Dustin Hoffman, los dos ya entraditos en años y haciendo una cosa muy simple, pero bastante emotiva, interpretar personajes maduros que, bueno, porqué no decirlo, de alguna forma el tren ya se les fue. Voy a confesar que me encanta Dustin, su nariz es una cosa fenomenal, además... es de los pocos actores que me gustan muchísimo, de alguna forma sé que ver una película con él es garantía de que la cinta va a ser buena; pero hablemos ahora de la trama y veamos porqué es interesante. 

Kate trabaja en una empresa que hace encuestas en el aeropuerto de Londres, mientras Harvey es compositor de música para comerciales, Kate vive con su madre (bueno, cerca, como dice ella, pero igual, se podría decir que vive con ella) y se la pasa recibiendo sus constantes llamadas, mientras que Harvey, que es americano, debe viajar a Londres para la boda de su hija, quien ahora vive con su ex esposa y su nuevo marido. Harvey viaja ilusionado por la boda, pero se encuentra con que su hija ya está más adaptada a su nueva familia que a él, además su ex mujer no lo recibe de muy buen talante, ya que lo hace hospedarse en un hotel a diferencia de al resto de todos los invitados, para los que incluso rentó una casa, el acabose es cuando se entera que no será él quien entregue a su hija en la boda, sino que lo hará su padrastro; así mientras Harvey tiene que lidiar con ello e intenta huir de la ciudad llegando incluso a pensar en no asistir a la boda, se topa con Kate, quien de inmediato capta su atención.


Pero Kate es una mujer entrada en años, que vive con su madre, que sale en citas a ciegas que le organizan sus compañeras de trabajo, que se siente fuera de lugar por su edad, su timidez, su forma seria y sobria de ser; así que cuando los dos se encuentran y Harvey de inmediato se siente atraído por ella, la situación se vuelve tensa, pero además curiosa.

Aislamiento, así podría definirse el inicio de la cinta, los dos personajes están aislados, no encajan con lo que los rodea; Harvey no encaja ya con su hija, ella le ha dado el espacio de padre a alguien más y poco a poco el pobre hombre va perdiendo a su familia para quedarse solo, en su trabajo ya le dijeron que sus funciones ya las puede llevar acabo perfectamente una máquina y que no es necesario que esté presente en las reuniones con clientes porque alguien más joven puede hacer todo a la perfección; Kate intenta interactuar con jóvenes, buscar una pareja pero no encuentra lo que necesita porque, siendo ella una persona que no gusta de salir de hacer fiesta, todo a quien le presentan no acaba de embonar con ella.

De pronto coinciden en un restaurant-bar del aeropuerto, él intenta beber una copa con tranquilidad y ella hace lo propio en su hora de comida, comen juntos pero cada uno en su mesa, comparten opiniones y pronto están platicando animadamente, es muy divertido verlos comer cada quien en su mesa, medio ridículo, pero emotivo; ya que Harvey perdió su vuelo y Kate ya terminó su turno, se despiden con un amable apretón de manos y cada quien a su vida, o al menos eso parece. Por quién sabe qué razón, Harvey va y mete al mismo metro en el que está viajando Kate, que se dirige a su clase de novela; sin una razón (todo sin razón aparente!), le pide que lo guíe a buscar un taxi, y cuando están por separarse, él le ofrece ir con ella a su clase, al principio asustada y confundida acepta la propuesta y se van juntos tras alojar las maletas de él en el guardaequipaje.

Y ahora sí, la historia se va poniendo muy buena, dos desconocidos por razones extrañas se encuentran y se juntan, empiezan a pasear, comparten una o dos copas, él no tiene nada qué perder y ella tampoco, así que empiezan a contarse cosas; de pronto Harvey la invita a la recepción de la boda a la que ya no pensaba ir, pero ella le recuerda que uno debe ir a esas cosas, que la familia es primero, que aunque a veces ya no encajemos de todas formas somos piezas de ese rompecabezas (el uso y el tiempo nos desgastan, ya no embonamos, pero aún pertenecemos). 

Y así se lanzan a la boda juntos.

El romance surge entre los dos, así, natural y solito y aunque vienen algunas peripecias entre arritmias, malos entendidos, desconfianzas naturales de la edad de los dos y de ser precisamente dos desconocidos que se encuentran, la película se va guiando hacia un final muy dulce, muy suave y gentil; no es un final feliz con amor eterno que se jura cada dos segundos o un gran y largo beso a un atardecer, es un final a mi gusto abierto, con lo que debe de ser, una última oportunidad para Harvey y una última oportunidad para Kate, los dos con una final opción, los dos con ya nada por perder pero quizá mucho por ganar.

Si me lo preguntan, me encantó la película y la veo con gusto de vez en cuando, me divierte, me enternece y me hace creer otra vez en el amor, en las personas y en el futuro; después de todo, siempre tenemos otra opción, siempre hay una puerta que seguro se va a abrir frente a nosotros. 

Sólo hay que esperarla y sonreírle cuando llegue, abrirle la puerta y agradecerle que se haya presentado... toda oportunidad debe recibirse de brazos abiertos.




Véanla, juro que no se van a arrepentir. Por cierto, si encuentran a alguien interesante pero es más bajito... sólo quítense los tacones. 

Y ya.

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