lunes, 11 de enero de 2016

The Casia I

A principios del pasado mes de agosto, me pasó algo que, acabará por ser de esas cosas que cambian la vida:

Volvía de mi sesión diaria de yoga, siete de la tarde, el atardecer frente a mí, di vuelta en una curva ligera que antecede el camino a mi casa, cuando sobre la carretera vi correr a un cachorro; corría en mi dirección mientras tras él una camioneta andaba lento, como respetando su pobre e indefensa vida peluda, me orillé pasando un tope, mientras el perrillo corría huyendo todavía y pasaba el mismo tope, corrí mirando a ambos lados y lo alcancé, no interpuso resistencia, dejó que mis manos le envolvieran y bajaran de la carretera; le alcé contra el sol para verle bien, juraría que era un cachorro de chihuahua, flaquísimo, blanquito con algunas manchas y apenas con un pelo delgadito y seco. 

Cuando revisé bien, me di cuenta de que era una perrita.

Miré a todos lados a fin de encontrar a un posible dueño, a unos cuantos metros, una mujer tendía ropa a las afueras de su casa y me miraba de soslayo, como revisando qué hacía con la pequeñita; la alcé sobre mi cabeza y le grité "Oiga, ¿es de usted?", a lo que me contestó con un "¿Es perro?". Sentí un vuelco, como es de saber, acá no gustan mucho las perritas porque implican más perros en un futuro cercano; le contesté que no, que era una perrita y me refirió que no era suya, y no sabía de quién fuera. Intenté hacerme de más información sin resultado, nadie conocía a la pequeñita, al ver hacia la carretera, metros más adelante, un grupo de hombres me miraba y hablaba efusivamente, así que me subí al coche, la puse en mi regazo y fui a donde estaban, pensando que podría pertenecerle a alguno de ellos.


El grupo de sujetos me dijeron que no, no era de nadie, pero además ellos habían estado viéndola durante toda la mañana, ¡la pequeñita llevaba horas caminando sobre la carretera y ellos ya sólo estaban esperando a que algún vehículo la atropellara!... me dijeron que creían saber que era de la camada de una perrita que andaba por ahí, que seguramente se había separado del resto de cachorritos y que lo mejor era que me la llevara a casa... "Dele un buen hogar", dijo uno de ellos.

Miré a la cosita peluda y ¿para qué negarlo?, me encariñé en automático, sentí que había corrido hacia mí porque sabía que yo la cuidaría, de alguna forma, desde el primer momento en que la vi y ella me vio, nos reconocimos como compañeras una de la otra; así que la traje a casa, nada más llegar la alimenté y le di agua, estaba tan sedienta que debió beberse casi el medio litro de un jalón, comió tantas croquetas que tuve que alejarla del alimento por temor a que se excediera; tenía su pancita tan llena que no podía moverse y se quedó dormidita sobre mis piernas, plácida y tranquila.

A salvo.

La bauticé esa misma tarde como Casia y aunque en casa dije que le buscaría un hogar, pues tampoco son partidarios de que tengamos perras por su condición de hembras, me hice tonta, la llevé al veterinario, la vacuné y la bañé y poco a poco la fui adoptando... En esta foto, Casia junto a mi otro adoptado, El Amigo:


Hoy, Casia anda por aquí y levanta sus orejas emocionada al grito de ¡¡The Casia!!, ¿por qué la llamo así?, no sé, pero me gusta y a ella también; le digo a broma que me ha salido más cara que si fuera perra fina, pero como sea, adoro a mi nena recogida, es una cosa preciosa y está creciendo aceleradamente (tanto, que ya tengo dificultades para subirla al auto para ir a sus citas médicas).

No es ésta la única historia de Casia, tengo todavía que contarles que la pobre ha tenido que pasar por dos cirugías ya y todavía no tiene más de los seis meses en esta casa, pero está preciosa, gorda y feliz. Seguiré platicándoles de ella y de cómo va creciendo y haciéndose una cachorra alegre e inquieta... ¡y traviesa también!... como saben, adoro a los perros, tengo a Terry en mi familia, un perrito al que también adopté y que mimo cuanto puedo.

Casia, Terry y El Amigo, son mis actuales perros, los mantengo tan bien como puedo, los baño, vacuno y alimento tan bien como mi bolsillo permite... adopten, vale la pena, nada es tan lindo como ver los ojitos de un can mirándonos con agradecimiento; son animales nobles, almas dulces que ofrecen ternura y alegría.

No se arrepentirán de adoptar... yo vuelvo pronto a contarles porqué mi Casia tiene ritmo al caminar :P ... vean a Terry... ¡un perrito feliz!, y guapo, guapo, guapo.



Y recuerden... compartan amor y ternura... y les será regresado al 500%

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