jueves, 28 de abril de 2016

Citando: Salinger a propósito de los sitios tranquilos

Ahora que inicia el año, debe uno encontrar cosas amenas, interesantes, relajantes, actividades que propicien al desarrollo individual, al reencuentro con uno mismo y con la vida, con el mundo y lo que nos rodea; ¿cuántas veces te sientas a pensar un poco en tu contexto, en lo que tienes cerca de ti?, ahora, si has contestado que lo haces con frecuencia, seguramente sabes de que alguien te interrumpa.

Sí, cuando uno está más metido en algo es cuando viene otro algo y la riega, lo arruina; ¿no les ha pasado que vas al cine a ver una película que has estado esperando y alguien a tu lado estornuda cada tanto, se sabe lo que va a pasar o lleva un niño inquieto y simplemente te es imposible disfrutar?, ¿nunca has comprado un libro que ansías leer y ¡zaz!, vienen dentro diez páginas en blanco?... ¿nunca has ido a comer a un sitio lindo, pides alegremente tu comida y de pronto, sin sentido... el hombre de la mesa de al lado te estornuda, tose encima?


Pasa continuamente (no todo el tiempo, pero sí con frecuencia en el día a día), vamos por una plaza teniendo un momento personal e íntimo, estás entrando en relajación, desconectándote de los problemas y demás, cuando lo ves: una bolsa de basura en el piso por el que caminas, un grafitti indiscreto sobre un muro de gran calidad artística, una calcomanía grosera en la pata de aquella gárgola... y sí, todo se arruina.

Hay quienes pasamos de largo por ello, recogemos la basura si la vemos, quitamos la calcomanía si podemos, pasamos de largo y seguimos en lo nuestro sin mayor problema para adaptarnos a las contrariedades, pero hay quienes sufren un tropiezo de estos y casi se quedan sin ganas de volver a pasear para nunca jamás; ¿aún existen los sitios bonitos sin estos problemitas?, ¿todavía hay algún lugar en el mundo a donde podamos ir a caminar sin el temor de que algo nos lo arruine por completo?

Definitivamente aún hay sitios así, esplendorosos y bellos, tranquilos y pulcros, lugares cuidados y llenos de calma; claro que los hay todavía, pero aún podemos sentirnos como Holden cuando nos topamos con los otros, los que ya están afectados, los que ya tienen un detalle que nos incomoda o molesta. Podemos modificarlos y volverles a todos la calma previa y su pureza original, pero mientras tanto, podemos hundirnos en la incomodidad que le da a este joven y sentirnos conectados con lo que dice:


"Eso es lo malo. Que no hay forma de dar con un sitio bonito y tranquilo porque no existe. Puedes creer que existe, pero una vez que llegas allí, cuando no estás mirando, alguien se cuela y escribe 'Que te jodan' delante de tus narices. Prueben y verán. Creo que si algún día me muero y me meten en un cementerio y me ponen encima una lápida que diga Holden Caulfield y el año en que nací y el año de mi muerte, debajo alguien escribirá 'Qué te jodan'. De hecho estoy convencido"


Así que, los sitios tranquilos, siempre pueden ser transgredidos por este tipo de acciones, si está en tus manos no transgredir, mejor... si está en tus manos impedir que se transgredan, todavía mejor... pero, si no lo está, si ya han transgredido un espacio en el que tú estás a gusto, cómodo y que te gusta: cámbialo. Hazlo.

El cambio está en nosotros y hacer que en los demás también, no permitan que alguien entre en su mundo y les diga "Que te jodan"... cambia para bien, cambia a los demás también... modifícate a ti mismo y modifica a los demás... mejora el mundo, vuelve la tierra un sitio tranquilo y bonito, lo es y existe. Consérvalo así.


Salinger J. D., El guardián entre el centeno, 1978, Alianza Editorial, México. p. 268

No hay comentarios:

Publicar un comentario