martes, 14 de junio de 2016

Citando: Sánchez a propósito de los despotas

Cuando hablamos de política, de mundo laboral, de la vida cotidiana, no es raro encontrarnos con sorpresas desagradables; sobre todo cuando andamos en el mundo de la política, es fácil topar de frente con situaciones incómodas y con gente, que abusa de su poder, y con ello, de la gente que le rodea. Conozco muchas personas que en cuanto se vieron en una situación de ventaja, sintieron que se mareaban con el poder que se les dio; el ego, ese monstruo negro que se aloja dentro de cada uno, es en el caso de algunos, una bomba de tiempo esperando el detonante más simple: un puesto con algo de poder.

Las personas que gozan de algún privilegio, que tienen un puesto que puede ordenar a otros o gestionarles, sienten la tentación de usar ese poder para beneficiarse un poco, se aprovechan de ello y logran grandes cosas en menos tiempo del que le llevaría a alguien normal; pero esos son los que "aprovechan", los que se benefician de las cosas porque saben ver la oportunidad y la toman sin pensarlo, pero hay otros y esos son aún más temibles.


Los déspotas que no sacan nada de ello y que lo hacen sólo porque sí, por gozar el poder, por aprovecharse de él no para su beneficio sino para afectar a los demás; estas son personas que se montan en su ladrillo y se sienten todo poderosos sólo porque pueden ver a las personas desde un sitio algo más arriba de su nivel. Se dedican a fregarle la vida a sus subordinados nada más por el placer de hacerlo, les complican la existencia siendo más exigentes que el mismo patrón, endurecen las reglas para amedrentar personas y se comportan de forma estricta nada más para gozar del temor y nerviosismo de sus compañeros de trabajo.



Esas, son las pulgas de los sitios de trabajo, personitas que se alimentan de la energía de los demás, consumiendo su buen humor, su energía y disposición; mermando así el ambiente laboral/académico/político/social, esas son las verdaderas lacras de los sitios de trabajo. Y sobre eso, este mensajito de Carlos Cuauhtémoc Sánchez:

“La pulga sobre el perro cree que es ella quien camina rápido.
Ni el propio líder de la empresa, que es casi siempre una persona muy ocupada, trata con prepotencia a los demás. Pero el subordinado lo hace. Es un “tirano con fusil”. Amenaza a todos mostrando el arma que le dio: su credencial. Fanfarronea, bloquea los asuntos, roba o impone condiciones de dinero.
La pulga, por sí misma, nunca logrará tener poder, pero en cuanto la colocan sobre el perro, ostenta su posición y se burla de las que van en el piso. Los subjefes déspotas, tarde o temprano caen en desgracias, a menos que rectifiquen y aprendan a servir con respeto.”*

Así que si tienes la suerte de ser seleccionado para un puesto mejor en tu trabajo, eres una persona que tiene bajo su mando a más personas o simplemente, pagas por un servicio que hace que haya personas bajo tu orden, compórtate como debe de ser, no abuses, ayuda y disfruta; el valor de una persona está muchas veces en el cómo trata a sus inferiores.




*Sánchez, Carlos Cuauhtémoc, C.C. S. en Los ojos de mi princesa, Ediciones Selectas Diamante, México, 2004, pág. 75

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