jueves, 20 de octubre de 2016

The Casia II

Antes ya les había contado la historia de cómo me traje a The Casia a mi casa... Casia es hoy una mujerona gorda y fiel, brava cuando le da la gana y una beba de casi veinte kilos que abraza con violencia; pero no les he contado lo que pasó apenas a un mes de traérmela, hace ya este septiembre de 2016, un año. 


Pues resulta que era un domingo cualquiera por la tarde, estábamos invitadas a festejar el cumpleaños de mi sobrino Miguel con un pastel en casa de mis tíos y nos preparábamos para irnos; Casia, El amigo y La inquilina (una chuchita que no es mía pero va a la casa a ratos y come si puede o se queda por ahí bobeando con los demás), estaban royendo huesos echados frente a la casa. Cuando menos nos dimos cuenta, se nos había hecho tarde, muy tarde, y como mi tía no estaba yo debía conducir rumbo a casa de mis tíos; con el reloj a cuestas, salimos todas disparadas, saqué el coche de la cochera y todas nos subimos.

Los tres animalitos estaban plácidamente tirados comiendo y tomando el sol de la tarde, Casia pegada a la banqueta dándole la espalda al coche, yo prendí el auto y avance lento, muy lento para que se pudieran quitar; vi al Amigo irse, vi a la Inquilina irse y asumí... estúpidamente asumí, que no alcanzaba a ver a Casia por chiquita y que seguramente ya se había quitado.

Me equivoqué.


Sentí bajo la llanta de mi coche algo, escuché su alarido de dolor y sí, frené y me bajé de un golpe: Casia estaba en pie dando tras pies hacia la casa, gritaba con una fuerza extraña en su cuerpecito pequeño y abría su hocico de tal modo que parecía que hubiera querido tragarse al mundo; para su mala suerte pisó con su pata herida y se fue de lado contra la pared con un alarido que pronto se volvió silencio en su pobre ser estremecido de dolor. Lloré y me puse histérica y sólo atiné entre gritos míos y de mi madre a subirla al coche con cuidado y arrancar rumbo a la ciudad.


Tuve que dejar a mamá y mi abue en casa de mis tíos (porque sí, ellas tienen sus prioridades) y luego irme directo a buscar un veterinario que me pudiera atender a mi cachorra, pero era un domingo por la tarde, ¡domingo por la tarde!; en la veterinaria donde siempre acudo estaba todo cerrado, pero igual me bajé y toqué en la puerta, llamé buen rato, marqué al celular de mi doctora de cabecera y no obtuve respuesta, ninguna. Acudí con otro médico e hice lo mismo, llamé a la puerta, marqué a los números del consultorio y de nuevo nada; el tercer médico al que acudí fue igual y el cuarto... ¿debo decirlo?

Mi cachorra estaba ahí en mi auto, con su patita suelta por completo, tirada dolorida y yo no hallaba qué hacer... finalmente me volví a casa de mis tíos y entré al festejo, me hice de un pedazo de pastel y se lo llevé; todo el camino mientras buscaba quién lo atendiera le hablaba, ella ya no lloraba se quedaba callada, me miraba y paraba sus orejitas, cuando le llevé el pastel hasta movió su colita y abrió mucho sus ojitos relamiéndose mientras se comía su panecito... eso me dio calma.

Toda la tarde escribí mensajes a mi veterinaria de cabecera, pero siguió sin contestar ni nada, y sí, empiezo a cuestionarme su ética, pero ya qué; Casia comió pastel, durmió en la misma postura toda la tarde y cuando entrada la noche volvimos a casa, mientras yo acomodaba su cama para ponerla a dormir luego que al fin mi doctora me contestara que la revisaría por la mañana temprano, descubrí que tenía ánimos para bajarse sola de mi coche e irse cojeando hasta su cama y sí, comer y beber agua.



Al día siguiente se confirmó mi temor, tenía una fractura y necesitaba una cirugía, y accedí a que se realizara, se la llevaron a Zacatecas Capital y la operaron; la intervención fue un éxito y Casia pasó un par de semanas inmovilizada, luego un mes en recuperación... no pudieron retirarle los clavos porque la cicatrización recubrió la zona donde estaban, así que se quedaron ahí... cojea al caminar con bastante frecuencia y he visto que cuando hace mucha humedad o frío se queja un poco... pero ella está bien... Casia camina y crece... ha crecido mucho.

No es la única de las aventuras de mi gorda, hoy día es una perra bastante feliz... expresiva en demasía y sana y linda... la quiero mucho a decir verdad.

Adopten... rescaten un animalito de la calle, denle una buena vida, JAMÁS se van a arrepentir de ello... no es fácil y sí, cuesta trabajo y dinero, pero lo vale.

Sus ojos agradecidos lo valen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario