miércoles, 25 de enero de 2017

Desde JJ con amor 10°: El monstruo de las lecturas pendientes...

A mí me pasa con mucha frecuencia que soy de las personas que compra libros... muchos, muchos... es más, cada vez que voy a la FIL Guadalajara compro más y me da vergüenza reconocer que tal parece que cada vez leo menos, pero en fin, que uno compra con la esperanza de leer pronto, aunque eso sea en mucho tiempo; así pues, fomentamos el crecimiento del monstruo de las lecturas pendientes, porque sí, es un monstruo y uno enorme.

Sobre esto, escribí hace un tiempo en Joven Juglar, para ser precisa el 11 de junio de 2013, así que ese mismo artículo vengo a traérselos, quizá les pase lo mismo que a mí:









El monstruo de las lecturas pendientes


A todos nos sucede continuamente que las librerías representan una tentación imposible de ignorar, apenas va uno caminando por una plaza comercial, ve una y siente que sus pies, por sí mismos, le llevan en una suerte de danza mágica justo hasta su puerta y de ahí a perderse en sus estantes; una de las grandes ventajas/desventajas de la juventud es que se tiene un bajo ingreso, y digo desventaja porque anda uno corto de efectivo para comprarse cuanto nuevo ejemplar ve en los escaparates de las librerías (véase aquí nuestro artículo anterior de “Libros versus economía”), ventaja porque si tuviéramos en el bolsillo mucho dinero, nos lo gastaríamos entero en cuanta novedad apareciera frente a nosotros.

           Esto, el poder hacerse de libros de manera constante e inmediata, causan lo que es una de las más grandes desgracias del lector joven y ambicioso: las lecturas pendientes.
            La costumbre general es que si ves algo interesante para leer y tienes el costo, lo vas a comprar y ahí vas, feliz como una lombriz abrazado a la nueva compra, llegas a tu casa como si flotaras entre nubes y sonríes embelesado contemplando la muy bonita edición todavía en su plástico original, algunos incluso osan abrirla y oler el dulce y acogedor perfume del papel nuevo; pero de pronto, como si de fondo se escuchara una tuba tocando una insistente repetición de dos notas (insértese tema de Jaws) nos damos cuenta de que además de ese bello ejemplar recién comprado, nos esperan en nuestro estante/escritorio/librero/suelo de la habitación una torre kilométrica de libros pendientes por leer.

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