viernes, 27 de octubre de 2017

"Viven una era sin Dios... // ¡Oh, brindo por eso!" Carrie de 1976

Carrie de Depalma... hay que decirlo, por algo es el clásico que es y por algo fue la puerta para que muchas otras obras de King se adaptaran al cine, definitivamente es la mejor carta de presentación que pudo tener el autor de horror por excelencia de los últimos años en el rubro de la cinematografía; hay que decir además, que es una película que en su momento fue muy esperada pues cayó justo cuando el cine de horror de los 70's estaba en auge... imagínenlo, la época de ¡El bebé de Rosemary!, el terror estaba en boga. Además, me encantó esa frase que usé en el título... ¡eran los 70's y ya vivían épocas sin Dios!... como dijo el Buki: ¿A dónde vamos a paraaaaaar?

Cuando hablamos de este peliculón, lo más apropiado es aceptar que no es precisamente la cosa más escalofriante que puede ver uno, sin embargo, sí es un parteaguas; cuando decimos que no da miedo, que no nos aterroriza, no es un comentario arbitrario que pretenda quitarle poder a la trama o a la película en sí, nos referimos a la penosa realidad de la vida actual, hemos visto tanto, en el cine, en la vida cotidiana, que nos hemos curtido, ya no nos afecta igual el terror, lo sobrenatural, la sangre ya no nos impresiona. Pero antes de pasar de lleno al comentario, demos primero algunos datos de ficha técnica sobre la película: 


Dirigida por Brian de Palma, con un guión de Lawrence D. Cohen, pero basada en la novela del entonces nuevecito autor de terror Stephen King, la película cuenta con un buen elenco, integrado por actores como John Travolta, Sissy Spacek, William Kat y Bety Buckley, entre otros, sobre todo estos, que son algo así como la imagen de la juventud y el gancho consiente para el público juvenil (qué guapo se ve acá Travolta, ¡por Dios!); instalada en el género del suspenso y el terror psicológico, la película funciona en gran medida con una incógnita inicial, parte de una duda, del desconocimiento y del aprendizaje que el espectador tiene al lado de la protagonista.

De principio, la película cuenta con escenas que pueden perturbar bastante, la primera es la famosa secuencia de las regaderas, en que un grupo de adolescentes acosan a una chica que, derivado de la sobreprotección materna que tiene y de su ignorancia, desconoce todo lo relacionado al ciclo menstrual, que de pilón le viene tardío, lo que acaba por horrorizarla en una típica escena de bullying en los baños de su escuela preparatoria; la otra escena impresionante, un par de ellas en realidad, es la forma rígida en que la madre la castiga, la forma como la somete, el encierro al que la envía y el cómo se refugia y la obliga a refugiarse en la oración ferviente y en la lectura de la Biblia (cuando la encierra en ese pequeño armario, me recordó un poco a lo que ocurría en American Horror Story, Murder House).


Lo cierto es que ver esta película con o sin sustos, es un agasajo, para los que nos gusta el cine de terror, es una oportunidad para acercarnos al género, los personajes son buenos, redondeados, esta Carrie (a diferencia de la de la versión más moderna), es asustadiza, sumamente inocente e insegura, uno cree por un momento que es tan frágil que podría deshacerse con sólo un murmullo y eso es lo que hace la conclusión de la película tan poderosa; una joven enamorada que se ve destruida por la envidia y atosigada por las burlas y el desprecio de los que la creen un bicho raro, ahí es donde funciona la ira y el poderío de un personaje que no es malvado en esencia, sólo tan inocente que no sabe controlarse, que no mide consecuencias y cae presa de ellas.

Dos momentos son terroríficos, la mirada de Carrie cuando desata toda su furia y asesina sin piedad, llena de rabia y desconsuelo, y cuando su mano, la mano misma de Sissy Spacek mana de las rocas por un lado de su cruz para sujetar la mano de la que creyó era una enemiga, pero intentó ayudarla; un goce visual, una obra maestra de la época y un obligado de cualquiera que guste del cine de terror... hay que verla, hay que disfrutarla y abrazarla como de culto, porque lo merece.

Yo le doy un merecido 9.9... quizá sólo restándole un poco por los efectos de la época, ¿pero quién podría culpar al tiempo por ser tiempo y correr?, véanla, lo vale.


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