miércoles, 3 de enero de 2018

Citando: Moyes sobre el valor de una casa


"Hogar" es una palabra tan pesada que muchas veces no alcanzamos a describir todo lo que comprende, en realidad es un reto para muchas personas siquiera elegir cuál de todos los sitios en los que ha estado, crecido, realizado parte de su vida es su hogar; pero con "Casa" no pasa a veces lo mismo. Para muchas personas una casa es aquella por la que luchan, la que fabrican con sus manos o pagan con su esfuerzo, es la que cuesta no nada más económicamente, sino también emocional, moral y socialmente; la casa de una persona es donde se plantean sueños y metas y aquella en la que se guardan esperanzas... la casa es la que cuesta. 


El hogar es el que se entreteje con sueños, la casa es la que se construye de fuerza, entereza y valentía.

Así pues, no es raro escuchar a gente que es capaz de permanecer contra los problemas económicos en su misma casa, pudiendo cambiarla por más estabilidad, prefieren sufrir carestía antes que perder lo que es suyo, lo que les cuesta trabajo; una casa implica para las personas una batalla por realizarse y ganar algo, hacer las cosas suyas y sacarles provecho.

Pero una casa tiene un poder particular sobre cada persona, todos definen su casa a su modo, pueden con el tiempo y las añoranzas, con los recuerdos y demás, volverla un hogar y así hacer completa su perfección; pero otros sin embargo, hacen de las casas un motivo de rabia, de ira, de locura. Los hay que convierten las casas y todo lo que las rodea, en una bomba de tiempo, en un motivo para agredir, para pelear y para fundar sospechas y desacuerdos, se rompen familias, se trastorna a otros y se fractura relaciones.

Y a propósito de todo esto, de lo bueno y de lo malo de las casas y su posesión, dice Jojo Moyes:

"De pequeña, creía que una casa tan solo era una casa. Un lugar donde comíamos, jugábamos, discutíamos y dormíamos; cuatro paredes entre las cuales nos ocupábamos de vivir. Nunca me había planteado lo contrario.

Tiempo después supe que una casa podía ser mucho más: la culminación de los deseos de alguien, un reflejo de cómo se ve a sí mismo, de cómo le gustaría verse; una casa podía hacer que la gente se comportara de maneras que la deshonraba o avergonzaba. Supe que una casa, un simple conjunto de ladrillos, cemento, madera y un pequeño pedazo de tierra quizá, podía ser una obsesión.

Cuando me marche de casa, me iré de alquiler."*

Cuando se tenga la oportunidad de hacerse de una casa, qué bueno debe ser hacerla a su modo, poner cosas como a uno le gustan y las que a uno le gustan... pero si la casa se transforma en motivo de ira, en motivo de descontrol y sobre todo, de intranquilidad, entonces no vale la pena tener una casa; la casa debe volverse hogar, un sitio al que uno pueda amar porque su familia y sus amados están ahí, no por lo que cuesten los vitrales, los muebles o el trabajo que costó pintar, resanar y construir.

El hogar es donde está el corazón dijo alguien alguna vez... la casa bajo estos términos, no.
*Mojes Jojo, Música Nocturna, pág. 7, edición digital.

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