lunes, 8 de enero de 2018

Un derecho es un derecho, ¿no? (Freeheld, Reseña)

En ocasiones anteriores he traído películas con esta línea, en particular una, Imagine me and you, así  que con esta pretendo ir adentrándonos en este tipo de cine, digamos ese que no es el que acostumbramos, nada comercial y con temáticas controversiales para algunos, importantísimas para otros; así que digamos lo siguiente: si se encuentran una película de este corte, con buen elenco y buena trama, tengo que verla y tengo que comentarla, ¡para recomendárselas, caramba!... esta inicia con una frase que amarra a cualquiera, y es que está basada en una historia real, lo que forzosamente le da un toque que no tienen posiblemente otras cintas.

Vámonos antes de pasar a la película con el aspecto técnico: película de 2015 Freeheld o No sin ella, fue dirigida por Petter Sollet, protagonizada por Julianne Moore y Ellen Page, a la primera claro que la tienen que recordar por cosas geniales como Misteriosa Obsesión o Las horas, que son las que tengo ahorita rápidamente en mente, aunque también la ubico de Hannibal, Sinsajo y un largo etcétera que me tiene algo crispada, porque debería acordarme de muchas, muchísimas más, y a la segunda por sus apariciones en X-Men o claro, Juno, aquí sí confieso que no me acuerdo de algunas otras; tiene algunos otros personajes interesantes entre su elenco, así que tampoco crean que sólo son ellas dos, pero sí funcionan bastante bien juntas y le dan solidez a la cinta. Esta película se basa en un cortometraje corto que lleva el mismo nombre, así que pueden ir dándose una idea de más o menos qué va la historia.

Pasemos a la trama, estamos por ahí del año 2000, poco más o poco menos y tenemos en la mira a una oficial de policía, Laurel Hester, quien debe enfrentarse a los problemas de ser una destacada investigadora que goza de atrapar maleantes y que además, hace muy bien su trabajo, siendo cabeza de un equipo que detiene efectivamente a delincuentes de alto nivel; Laurel tiene un "defecto", al menos uno grande para el medio en que se desenvuelve: es lesbiana, así que tiene que alejarse de su zona de trabajo para convivir con otras mujeres que tengan la misma inclinación, esto claro, para mantener sus relaciones de forma discreta. 

Por azares del destino, Laurel conoce a Stacie Andree, una chica común y corriente que trabaja de mecánica, juega voley bol, es aparentemente mucho más joven que ella y cae perdidamente enamorada; Laurel lucha al principio por mantener su relación lo más secreta posible, pero acaba por aceptar que no puede hacerlo y decide casarse con Stacie y vivir juntas, claro, casarse de acuerdo a como las posibilidades de la época y del estado en que viven les permite. Entre el trabajo, el adaptarse, el enfrentar que las personas más cercanas sepan de su relación, Laurel empieza a tener síntomas que preocupan a Stacie, quien le pide que vaya al médico y aquí se abre la lata de gusanos; Laurel padece cáncer y está en una etapa muy avanzada, por lo que tiene que empezar tratamiento urgente dejando de lado su trabajo, pero además, tiene que empezar a resolver qué va a ser de lo que deja al marcharse, en este caso Stacie. 

Preocupada por el bienestar de su pareja, nuestra protagonista solicita que la pensión que recibiría su esposo de tenerlo, sea asignada a su pareja, con la finalidad de que no corra el riesgo de perder su casa, pero la solicitud le es negada; el asunto se torna escabroso, Stacie no exige nada más que permanecer al lado de Laurel todo el tiempo posible y combina su trabajo con cuidar de ella, sin embargo la policía necesita dejarle alguna garantía y hacer que lo que formaron juntas, permanezca en sus manos, porque es fruto de su esfuerzo. Buscando apoyo para obtener lo que por ley y por derecho es suyo, el caso pronto pasa a los medios y organizaciones de igualdad para parejas del mismo sexo empieza a apoyar la solicitud de Laurel, haciendo del caso algo muy sonado en medios y en la comunidad donde viven.

Hay que decirlo, la película hace mucho énfasis en el cómo viven ambas su relación de pareja, cómo aunque no se pasean abiertamente por la calle o lo dicen de frente a los vecinos, ambas trabajan para que las cosas funcionen y sea lo mejor posible para todos; comentarios como "son amigas" o "¿es su hermana?", es bastante divertido, peor cuando tienen que decir cosas como "somos amigas y viviremos juntas"... hay que reconocer que denigra un poco la historia de amor, porque es necesario mencionarlo: esta es una historia de amor con final trágico. 

El trabajo de toda la casa lo hacen ambas, sobre todo Stacie, que trabaja fielmente en quitar muros, mover muebles, pintar, etc., motivo por el que en serio, uno quiere que le den la pensión de Laurel al morir; creo necesario recalcar eso de la película, empatizas con ellas, la secuencia de verlas dormidas junto a su perro en la sala, simplemente abrazadas con la luz encendida y la casa terminada, uno en serio siente que tenían el derecho de tener por lo que lucharon, que Laurel merecía dejar en manos de Stacie el fruto de su esfuerzo y trabajo...

Y lo logran, es lo bonito de la película, que lo logran; la enfermedad le paga duro a Laurel, acaba con ella de raíz, pero Stacie permanece a su lado acompañándola y cuando se dan las audiencias sobre su caso, su lucha es cada vez más encarnizada (adoré al religioso que asiste a una de ellas para citar lo que Jesús dijo sobre la homosexualidad, y como él, lo cito aquí "                                                                                               ", extraordinario, ¿no?); la enfermedad acaba con Laurel, pero ella no se va sin lograr su cometido: garantizar la estabilidad de Stacie, como su pareja y como el amor de su vida.

La película es de gran calidad, bien filmada, respetuosa y muy educativa, quizá lo único por lo que no es de mis favoritas es que por momentos fomenta el estereotipo de la comunidad lésbica, no es culpa de las protagonistas, porque en realidad ambas en la vida real cubren perfecto el tipo de una lesbiana para el imaginario común, pero es un poco incómodo que se fomente todavía más la idea (como si no pudiera existir una lesbiana bailarina de ballet o costurera... o ya saben, que realicen actividades puramente femeninas); así que a esta película le otorgo un definitivo 9.6, es buena, está bien hecha y vale la pena verla, no los va a decepcionar, no puede decepcionarles una historia con final feliz, claro, final feliz para la lucha que tenían ambas, aunque no para su historia de amor... que no acaba del todo bien. Pero no deja de ser una historia de amor.

Eso debemos rescatar de esta película, es un parteaguas en la lucha por los derechos de la comunidad LGBT, además, es una forma de que la comunidad hétero vea y aprenda que lo peor que pueda uno decir, es que son personas diferentes de nosotros, es que no pertenecemos a esa comunidad, es que no somos todos humanos con las mismas características; cuando esta película refleja un pequeño logro para una pareja, en realidad incrementa más las posibilidades de que cada, cada minuto, las personas aprendan más y acepten más a la comunidad y es eso por lo que debemos de pugnar todos los días, por la aceptación, la apertura de oportunidades y sobre todo, el respeto a los que piensan, son y anhelan diferente.

Porque amor es amor, sin importar lo demás y por eso precisamente les invito a que amen, sólo amen y punto.

Amen y punto.


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